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TemáticasSostenibilidad ESG
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SectorEnergía, Petróleo y Gas
Ayer celebramos un evento en LLYC para profundizar en el estudio que realizamos con el nombre “10 retos de la ESG en un mundo convulso” . Se basa, por un lado, en la escucha de la conversación social y análisis desde el periodo pre-pandemia hasta el momento actual para entender la evolución, prioridades y carencias en los ámbitos ambientales, sociales y de buen gobierno (lo que implica más de 11,5 millones de mensajes analizados) y, por otro, en el trabajo conjunto de algunas de las voces más expertas de nuestro país.
Son muchos los datos y las conclusiones del estudio, pero voy a poner el acento en los retos que tienen más que ver con el posicionamiento, comunicación y relacionamiento de las compañías. Es decir, en los que tienen amplia capacidad de maniobra y que tienen que ver con un entendimiento (o no) del compromiso con la sostenibilidad como una clave de reputación y competitividad en el mercado. Varias empresas muy comprometidas nos decían en el debate que más que barreras o retos dentro de sus compañías, se encuentran frustrados en cómo comunicar y sensibilizar fuera.
La estrategia y la escucha son fundamentales, sin ellas todo va a fallar y sonar a goodwashing o greenwashing. Para abordar las exigencias medioambientales, sociales y de buen gobierno y generar conexión con los stakeholders las empresas necesitan una estrategia clara y pegada al plan de negocio y en este trabajo de crearla las ayudamos entendiendo su punto de partida y su punto de vista. A la hora de definir las iniciativas en los terrenos E, S y G las empresas deben valorar muchos aspectos. Por supuesto, si son adecuadas a los objetivos de la compañía, si son posibles técnica y económicamente, pero, igualmente importante es valorar si satisfacen las expectativas de los grupos de interés y reciben su reconocimiento.
Quizá lo primero de todo es entender las preocupaciones y expectativas de los grupos de interés. El estudio refleja que existe un campo de mejora para que los esfuerzos y desempeño de las empresas en sostenibilidad conecten con la ciudadanía. Los datos muestran que los contenidos de sostenibilidad deben pegarse más al contexto cotidiano de las personas, a lo cercano y a la actualidad, en lugar de temas más corporativos o especializados.
Además, se concluye que las empresas deberían utilizar un lenguaje común y sencillo, que aclare los conceptos a veces muy técnicos de la sostenibilidad y buscar los marcos que ya tienen más consenso, como la Agenda 2030 y el concepto ESG, insistiendo en conceptos clave y en remarcar la triple dimensión ambiental, social y de buen gobierno.
El tema que ha generado más conversación estos años es el de contaminación y residuos (38,4% de la conversación) seguido del cambio climático, con un 25,4% de los mensajes. Dentro de esta última, casi un 20% de mensajes vienen de perfiles negacionistas lo que deja claro que no hay que parar en el esfuerzo de sensibilización de la sociedad. Las empresas tienen un campo de mejora en los aspectos sociales, ya que tienden a focalizarse en lo medioambiental. No puede existir una descarbonización que no sea justa e inclusiva. Si atendemos a la conversación generada por las empresas, se observa que tan solo un 25% tiene naturaleza social y los mensajes ambientales suponen el 70%. Preocupan temas como igualdad, cuestiones relacionadas con privacidad y ciberseguridad. Estos temas son poco tratados por las empresas, más allá de su mención al cumplimiento legal. Por ello, sería recomendable una comunicación más equilibrada que tenga lo social de la mano de lo ambiental.
Y, por último, también se ha destacado la importancia de que esa comunicación y transparencia vaya acompañada de un trabajo de colaboración con todos los actores clave, involucrando a proveedores, colaborando con la administración pública y con organizaciones del ámbito social. Es fundamental un esfuerzo conjunto y vincularse con las iniciativas más sólidas y organismos más reconocidos. Esto no siempre es fácil en un panorama de dispersión de actores, sellos, metodologías, etc. Teniendo muy claro cuál es el compromiso y dónde va a incidir el impacto positivo como empresa, se puede elegir qué tiene más sentido para maximizar ese impacto y llegar a los públicos que deben conocerlo y a su vez amplificarlo.
En definitiva, hay que tener muy en cuenta el papel del posicionamiento claro, el relato diferencial y el relacionamiento genuino y orientado, para que las empresas puedan avanzar en ser más resilientes y responsables, a convertirse en verdaderos catalizadores del progreso de todos.