INTRODUCCIÓN
Continuando la senda del programa de Gobierno, la presidenta Michelle Bachelet lanzó a finales de 2014 una de sus promesas de campaña, la Reforma Laboral. Sucesora de las no exentas de polémicas y discutidas, Reforma Tributaria y Educacional, esta reforma hoy está en su primer trámite constitucional en la Cámara de Diputados.
Si bien, la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo con el fin último de las reformas, la manera en que se han planteado ha generado una serie de críticas, principalmente porque distaría mucho de lo que se espera de reformas de esta magnitud.
La Reforma Tributaria (primera reforma de Bachelet) generó múltiples roces entre el empresariado y el gobierno, lo que demostró que no basta con tener las mayorías en ambas Cámaras del parlamento, sino que hoy es imprescindible generar un ambiente de diálogo, sensibilización y debate ciudadano para que las iniciativas tengan un proceso de aceptación normal y una implementación gradual y consensuada con los diversos actores del país.
El trámite para esta Reforma Laboral tiene algunos matices que hacen pensar que será un proceso un poco menos traumático que el de su antecesora. En gran parte, porque a diferencia del Ministro de Hacienda, su par del Trabajo (Javiera Blanco), en cuanto se anunció el proyecto de ley comenzó un proceso de sensibilización con distintos actores del quehacer chileno (sindicatos, empresarios, asociaciones gremiales, entre otros), a través de reuniones, foros y seminarios.
Chile enfrenta sus primeros meses del año con un entorno y proyecciones de bajo crecimiento, con un desempleo en alza, una caída mundial de los commodities y donde nuestro principal cliente del cobre (China) ha presentado también un descenso en su crecimiento: es necesario, por lo tanto, plantearse si es el momento adecuado y oportuno para la aplicación de una Reforma Laboral con foco en la sindicalización de la empresa y que, eventualmente, no incentivaría la productividad y la competencia.
El “V Estudio sobre Relaciones Empresa-Gobierno en América Latina, España y Portugal” reflejó que una de las instituciones con peor valoración por los entrevistados (políticos y empresarios) fueron los sindicatos. Según esto, llama la atención que la última de las grandes Reformas de la administración Bachelet, dote de tanto poder a un ente que tiene una evaluación tan baja.
La tendencia pro sindical de la Reforma Laboral nos lleva a pensar que no beneficia al actual momento de desaceleración económica, muy por el contrario, podría tensionar las relaciones entre trabajadores y empresas, generando desequilibrios entre ambos actores.
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