-
TemáticasMedio ambienteSostenibilidad ESG
-
SectorConsumo Masivo y DistribuciónEnergía, Petróleo y Gas
-
PaísesEspaña
Alemania fue el primer país en tener protestas sociales de semejantes características, haciendo que en la actualidad sea prácticamente imposible construir, por ejemplo, parques eólicos
16 de octubre de 2021, más de 15.000 personas y 182 asociaciones (según los organizadores) gritando al unísono en la Puerta del Sol de Madrid una frase sencilla, fácil de memorizar y repetitiva: ¡Renovables sí, pero no así!
Ese fue el lema elegido por la asociación Alianza Energía y Territorio (ALIENTE) para una de las protestas más multitudinarias que se han realizado hasta la fecha contra la instalación de parques eólicos y solares en algunas provincias de España. Desde entonces las manifestaciones se han ido sucediendo por distintos pueblos y ciudades de Aragón, Castilla y León, Castilla La Mancha o Andalucía, entre otras.
Los objetivos de estas movilizaciones, que siempre se suceden bajo el lema ya mencionado aglutinando de esa manera a multitud de individuos y colectivos, son claros: conseguir un modelo distribuido de renovables que incluya la participación ciudadana y que se base en el ahorro, la eficiencia energética, el autoconsumo y las comunidades energéticas, como formas de democratización de la energía. En otras palabras, denuncian una “invasión” de sus territorios a través de grandes proyectos de energía solar y eólica, “muchos de los cuales amenazan con cambiar la fisonomía de su paisaje y sus modos de vida”.
España no es el único país que cuenta con movimientos en contra de la instalación de energías renovables. Alemania fue el primer país en tener protestas sociales de semejantes características, haciendo que en la actualidad sea prácticamente imposible construir, por ejemplo, parques eólicos. La legislación alemana para la instalación de este tipo de infraestructuras depende en la mayoría de ocasiones de gobiernos locales o regionales que, en la actualidad, han endurecido sus políticas en gran medida por la presión social que han ejercido y están ejerciendo grupos ecologistas o simplemente asociaciones de vecinos de los municipios y regiones en cuestión.
De hecho, cumplir todos los requisitos legales para la instalación de un parque eólico en Alemania no quiere decir que la compañía en cuestión vaya a poder instalarlo. ¿Por qué? Porque seguramente el siguiente paso sea una larga batalla judicial con los vecinos de las localidades afectadas que, bien organizados y con mensajes claros en defensa, por ejemplo, de las aves o de la conversación del paisaje, intentarán impedir de cualquier forma su construcción.
El éxito de estos movimientos
Si bien es cierto que cualquier actividad humana, corriente ideológica, forma de relación social o creencia puede generar a su alrededor movimientos activistas a favor o en contra, estamos ante un claro ejemplo de nuevas formas de activismo o movilización social.
En primer lugar, porque centran sus objetivos en cuestiones de carácter cultural y simbólico relacionados con problemas de identidad, como por ejemplo la protección del ecosistema de los territorios donde viven. En otras palabras, la acción social colectiva ha pasado de las luchas materiales, como las protestas para reclamar mejores salarios, a un activismo más vinculado a la defensa de los derechos humanos, el ecologismo o el respeto por el medioambiente, entre otros.
En segundo lugar, el movimiento contra la instalación de parques eólicos y solares en algunas provincias de España ha entendido desde el primer momento que, definir un propósito compartido, que aglutine intereses y aspiraciones de diversos colectivos les permitirá conseguir adherir a su causa el mayor número de voces e implicados posibles. Hablar como lo hacen ellos de “democratización de la energía” es un concepto aglutinador que puede sumar muchos adeptos a su causa.
Y, en tercer lugar, y muy en línea con la anterior característica, estos grupos activistas han trabajado una narrativa amplia que les resulta más movilizadora que cuando esta se vincula a un aspecto muy concreto. Al igual que con la búsqueda de un propósito compartido, esta narrativa amplia permite afrontar el objeto de la campaña desde múltiples enfoques, aunando puntos de vista más amplios y a colectivos más diversos. Es decir, la inmensa mayoría de movilizaciones que se realizan bajo el lema Renovables sí, pero no así no son una protesta contra una instalación concreta, más allá de las que se puedan hacer en pequeñas localidades, sino contra un modelo que consideran una “invasión”, permitiendo de ese modo abordar la problemática desde una perspectiva amplia e implicando a más gente a la causa.
“Queremos mayor participación ciudadana”
Más allá de las proclamas y objetivos generales de estas movilizaciones, hay una preocupación constante en los individuos que participan en ellas. La falta de información sobre estos proyectos o la necesidad de una mayor participación ciudadana ondean permanentemente en los territorios donde se quieren instalar parques eólicos o solares.
Es en este punto donde las empresas promotoras de estas instalaciones deben jugar un papel fundamental. Porque como hemos visto anteriormente en el caso de Alemania, no vale con cumplir todos los requisitos legales para llevar a cabo el proyecto, sino que es fundamental contar con la aprobación continua dentro de la comunidad local y otros grupos de interés. Lo que está en juego es la Licencia Social para Operar.
Para ello, las compañías pueden llevar a cabo ciertas estrategias que en muchos casos comparten características comunes con las llevadas a cabo por los movimientos sociales. Por ejemplo, el tener un propósito compartido que otorgue o amplíe la Licencia Social para Operar y exprese de forma clara por qué y para qué esta compañía existe y cuál es su contribución a la sociedad.
Por otro lado, detectar quiénes son los actores influyentes, los que tienen capacidad de movilización y decisión, resulta esencial para organizar los recursos, maximizar el alcance y promover la acción de terceros. Precisamente esta última consideración, promover la acción de terceros, máxime en una campaña activista, es primordial para alcanzar los objetivos, aunque en muchas ocasiones suponga sacrificios a favor del resultado.
En último lugar, la construcción de relaciones duraderas basadas en el largo plazo sobre la base de un intercambio de beneficios mutuos y sobre una visión amplia y compartida de una variedad de temáticas u objetivos se antoja clave para poder llevar a cabo cualquier proyecto.
Autores
Alba García