Independientemente de la religión, Jesucristo dividió el calendario en antes y después de él. Aunque, no con la misma fuerza, la pandemia de COVID-19 impuso una división que cayó en el lenguaje de la gente y más, trajo micro revoluciones de comportamiento a la vida humana. Si antes de la pandemia ya se alertaba sobre la salud mental, ahora ésta se ha convertido en una gran preocupación en la esfera de la salud pública mundial, afectando a millones de personas en todo el mundo.
El tema ha cobrado aún más relevancia en los últimos años debido al creciente número de personas con trastornos mentales como depresión, trastornos de ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, esquizofrenia, entre otras afecciones en menor o mayor grado de gravedad . Los estudios muestran que más de 450 millones de personas en todo el mundo sufren trastornos mentales, con un coste global estimado de 2,5 billones de dólares al año.
La salud mental es un problema crítico en todo el mundo
En primer lugar, existe un contingente que padece trastornos mentales y no recibe el tratamiento adecuado. En segundo lugar, la mayoría de las personas no son conscientes de que padecen un trastorno mental, lo que dificulta la aceptación de tratamientos eficaces. Por último, este déficit se ve agravado por la gran falta de recursos para pagar el tratamiento de los trastornos mentales, especialmente en los países más pobres.
En América Latina, por ejemplo, Brasil es el país con mayor prevalencia de depresión, además de ser el segundo de América -sólo por detrás de Estados Unidos-, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En su mayor y más reciente edición, el Informe Mundial de Salud Mental, publicado en junio de 2022, trae directrices con el fin de apoyar a los gobiernos, universidades, profesionales de la salud, así como a la sociedad civil en la transformación de la salud mental. Para Dévora Kestel, responsable del informe y directora del Departamento de Salud Mental y Uso de Sustancias de la OMS, cuidar de la salud mental significa invertir en las personas, porque todas tienen derecho y merecen la oportunidad de prosperar.
El panorama es bastante preocupante en la región. Los datos proporcionados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se suman a la crítica situación. Aproximadamente el 20% de la población de América Latina padece un trastorno mental, que es la principal causa de discapacidad en el continente.
El verbo «cuidar» aplicado anteriormente no es simplemente la atención al paciente. Implica una maraña de variables que el informe trató de compilar en cuatro cuestiones principales: Estructura, Compromiso, Financiación y Competencias.
La estructura se refiere a los modelos de apoyo, los procesos de toma de decisiones, la existencia de políticas y la disponibilidad de servicios de salud mental integrados en los sistemas sanitarios generales. El compromiso se refiere a las necesidades de cambio cultural y de comportamiento y a la reducción de los estigmas socioeconómicos asociados a los trastornos mentales.
La financiación abarca la inversión en salud mental, como la financiación de servicios que promuevan la salud mental en su conjunto, así como la asignación de fondos y el seguimiento del impacto financiero de las intervenciones. Por último, la competencia se refiere a la educación de los profesionales de la salud mental, su distribución geográfica, formación, retención y compromiso con la equidad.
Como puede verse, el informe de la OMS conlleva la responsabilidad de trabajar con la salud mental de forma holística y amplia. En este sentido, el papel de la comunicación (en sus diversos frentes, iniciativas y formatos) es extremadamente relevante, pues más que una campaña de concienciación, es necesario dar visibilidad a las diversas acciones existentes para que haya un acceso efectivo a los servicios de salud mental.
Según la OPS, sólo el 6% de la población latinoamericana tiene acceso a tratamientos de salud mental, y este porcentaje es aún menor en las regiones más remotas y en los países con economías más vulnerables. Algunos factores contribuyen al aumento de los problemas de salud mental en América Latina, como la desigualdad social, la violencia, el desempleo y la falta de acceso a los servicios de salud mental. Debido a estos factores, muchas personas no reciben un tratamiento adecuado para sus problemas de salud mental, lo que puede derivar en complicaciones más graves.
Es importante destacar que, a pesar de la situación actual, se están tomando algunas iniciativas para mejorar la salud mental en América Latina. Algunos países han aumentado la financiación de programas de salud mental y otras iniciativas, como la formación de profesionales sanitarios para tratar los problemas de salud mental. En Chile, por ejemplo, el gobierno ya ha establecido la salud mental como una prioridad, con un presupuesto público de 19.000 millones de dólares destinados a reforzar la prevención y el tratamiento de estas enfermedades para 2023.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Fomentar la concienciación pública sobre la salud mental puede ayudar a eliminar los estigmas asociados a los trastornos mentales y animar a la gente a buscar apoyo. Y para ello, corresponde a los gobiernos aumentar la inversión en servicios de calidad para garantizar que la población tenga más acceso a la información, de modo que los problemas se detecten a tiempo y se traten adecuadamente.
La concienciación de la sociedad es un factor clave para promover el cambio de esta situación. Las estrategias de comunicación pueden permitir la creación de un entorno favorable para el debate y la viabilidad de políticas públicas eficaces. Estamos hablando de un conjunto de acciones gubernamentales, sociales y culturales destinadas a mejorar el acceso a la atención, garantizar la calidad de la prestación de servicios, mejorar el conocimiento y la comprensión de la salud mental y promover la salud mental dentro de la comunidad, la educación y el trabajo. En otras palabras, el acceso a la atención, ya sea amplio o específico, pero auténtico al fin y al cabo.
Giuliana Gregori Directora de Salud de LLYC Brasil