LLYC junto a Más Democracia, han puesto todo su expertise en big data y creatividad al servicio de la campaña The Hidden Drug.
En un mundo cada vez más incendiado, la polarización se ha convertido en una nueva droga que, sin darnos cuenta, consumimos cada día. Y eso es justo lo que nos demuestra la campaña, en la que también han colaborado expertos como Joan Navarro, Socio y Vicepresidente Asuntos Públicos en LLYC; Mariano Sigman, neurocientífico y autor de «El poder de las palabras»; Patricia Fernández, psicóloga Clínica del Hospital Ramón y Cajal; Belén Carrasco, investigadora senior y directora adjunta de Eyes on Russia, Centre for Information Resilience; Cristina Monge, Presidenta de Más Democracia; y Gonzalo Velasco, Profesor de Filosofía en la Universidad Carlos III de Madrid y miembro de Más Democracia.
Lo que han descubierto es que nuestros discursos se antojan cada vez más radicales, más extremos. Y que, como a cualquier otro tipo de droga, nos aferramos a ellos sin darnos cuenta. Volviéndonos cada vez más adictos, más dependientes. Más incoherentes. Porque si hay algo que nos caracteriza es nuestro propósito de generar confianza entre personas, instituciones y compañías. Y hacerlo posible a través de una comunicación honesta, algo que ya forma parte de nuestro ADN. Pero, al final, sin darnos cuenta, la polarización está consiguiendo el efecto contrario.
Una situación que se antoja cada vez más preocupante porque, tal y como asegura José Antonio Llorente, “impide hallar consensos y puntos de encuentro entre las personas”. Por eso, The Hidden Drug ha llegado para “encontrar un camino de salida”.
El estudio ha girado en torno a la conversación que se ha generado durante los últimos cinco años en Iberoamérica y Estados Unidos, tomando como referencia más de 600 millones de mensajes para corroborar no solo que el nivel de polarización ha ido creciendo con el paso del tiempo, sino que, además, nos estamos volviendo cada vez más adictos a mantener discursos extremos, sobre todo en torno a temáticas controvertidas, como el cambio climático o la inmigración.
Y es que, el proyecto más emblemático del año ha llegado para situar esta problemática en el centro de la conversación, para abrir un espacio de diálogo y debate en torno a la necesidad de hacerle frente, y para ayudar a las compañías a enfocar y desarrollar sus estrategias de comunicación de la manera más efectiva posible.
The Hidden Drug no es más que el resultado de las sinergias entre nuestras diferentes áreas de especialización, como Deep Digital Business, Consumer Engagement, Marketing o Dirección General Corporativa, entre muchas otras, que se han involucrado de lleno en el desarrollo de este proyecto, en el que hemos analizado el mayor volumen de información hasta la fecha en la compañía, y que ha dado como resultado el descubrimiento de un ‘tratamiento’ para la polarización. Una nueva droga oculta, que consumimos de manera cada vez más frecuente. Más inconsciente.
Y todo, gracias a la involucración de Adolfo Corujo, David González Natal, Albert Medrán, y Mariana Malagutti en la dirección global del proyecto, con la coordinación de Cristina Peñaloza y Adriana Sandobal. Arturo Pinedo en la redacción del informe, Miguel Lucas y Beñat San Sebastián con el trabajo en data. Julio Alonso Caballero, Gustavo Rodríguez, Pablo Hernández, Marta Cordomí, Daniel Rosero y Jessica Rueda como responsables creativos de la campaña; y la colaboración de Anahí Raimondi, Rebeca Garrobo, Ignacio Doadrio, Daniel Fernández Trejo, José Luis Rodríguez, Joaquín Vizmanos, Teresa Rey, Andrea Paredes, Stephany Highgrace, Alejandro Sampedro y Neus Cuadrado.
A través de la campaña, hemos tenido la oportunidad de conocer cuáles son los principales temas de conversación que más polarización y, por tanto, más adicción generan en cada país.