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Los seis grandes bancos españoles provisionaron hasta 3.771 millones de euros por la Covid-19 en sus resultados del primer trimestre. Representan casi el 29% de los beneficios después de impuestos obtenidos por los seis en todo 2019. Parece claro que han querido ser muy cautelosos y hacer hucha cuanto antes. No quieren que el previsible aumento de la morosidad les haga arrastrar los pies ante una severa crisis económica que ya se juzga irremediable. Así que han adelantado una proporción relevante de provisiones para la parte más dura de la recesión. Es probable que todavía deban ampliarlas en el tercer trimestre (de forma significativa en el caso de Bankinter), pero buena parte del esfuerzo ya está hecho.

Más allá de las provisiones, los resultados del primer trimestre le sirvieron a la banca para cambiar su registro en comunicación. Salvador Arancibia lo anticipaba a la perfección en su columna de Expansión del viernes 1 de mayo sobre los resultados de CaixaBank. Si en la crisis de 2012 la banca y los poderes públicos coincidían en el aventurado mensaje de que la crisis no le costaría un euro a los contribuyentes, ahora reconocen desde el primer momento que la crisis va a tener un coste. “Es lo que toca”, expresó muy gráficamente el consejero delegado de CaixaBank, que reconoció muy a las claras que su entidad ganará menos dinero, porque ahora al banco le corresponde volcarse en ayudar a sus clientes y ser su puerto seguro.

Bankinter, que abrió la ronda de presentaciones el jueves 23 de abril, planteó un mensaje similar: “no es momento de crecer, estamos en modo de defensa. Defendemos a los clientes, a los empleados, la solvencia, el interés del accionista y el valor de Bankinter”. En general, todas las entidades repitieron ese mensaje, sobre el que se articularon buena parte de las crónicas periodísticas. Sin embargo, los seis consejeros delegados y el presidente que participaron en las ruedas de prensa dedicaron mucho espacio a defender el esfuerzo de sus profesionales y la imagen de la banca durante la pandemia. No obtuvieron gran repercusión mediática, pero han explicitado que se acabó la época de esconder la cabeza debajo del ala. Los seis coinciden en que ahora sí toca reivindicar la función social de la banca, que por otro lado el Gobierno ya había reconocido de antemano al considerarla servicio esencial.

CaixaBank es una de las entidades más activas en la tramitación de los préstamos ICO. En su rueda de prensa, el consejero delegado, Gonzalo Gortázar, fue muy claro en que gestionarlos no es un negocio para la entidad, y sí un compromiso social. Reivindicó esa función con una desacostumbrada claridad. “Es bastante evidente  que estamos teniendo un papel muy importante y nuestra labor va a ser reconocida por muchas vías muy diferentes. Somos actores destacados, como lo está siendo el conjunto del sector. Y eso supone sobre todo un reconocimiento muy especial para nuestros 35.000 profesionales”.

María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, fue igual de taxativa. “El nuestro es un deber social, somos el último dique de contención. Lo que se produce aguas arriba en empresas y ciudadanos llega a nosotros antes de embalsarse. Tenemos un papel clave. La banca tiene que responder y estamos en ello porque en conciencia creemos que es lo que la sociedad necesita. La reputación, que tampoco parece que esté mejorando, es lo que menos importa ahora. Estos días en las distintas televisiones vemos cómo se reconoce a todas las personas que salen a trabajar. No he visto a nadie ni de la banca ni de sus oficinas. No hay ningún reconocimiento externo; qué mal se nos viene percibiendo. Pero estamos en otra batalla. Estoy segura de que aportamos valor. En algún momento la percepción social lo reconocerá”.

Jaime Guardiola, consejero delegado del Sabadell, también fue igual de enérgico, y a la vez conciso y transparente. “La gente está nerviosa y es lógico. Vivimos lo que vivimos, pero la banca se merece un poco más de reconocimiento y menos tortazos. Parece muy gratuito y muy fácil pegarle a los banqueros, pero no están pegando al consejero delegado del Sabadell, sino a un profesional a quien le tocaba ver una peli con sus hijos y en vez de eso está teletrabajando. Hay una enorme falta de respeto a todos estos profesionales. Llevo 40 años en la profesión y me indigna eso”.

Así que, en el nuevo discurso de la banca, que podríamos llamar bancapedia, uno de los nuevos rasgos distintivos va a ser la reivindicación de su labor social y del esfuerzo de sus profesionales. Desde mediados de marzo, las distintas páginas web de la banca compiten en anunciar medidas de apoyo social y en trasladar mensajes de aliento a sus profesionales. Todo lo que no se hizo en 2012 se está haciendo ahora desde el primer momento y de forma exhaustiva. En su rueda de prensa, Gonzalo Gortázar elogió no menos de diez veces el compromiso de sus 35.000 profesionales. En prensa la referencia solo mereció una cita a pie de página.

BBVA lleva hasta ahora media docena de mensajes internos de Carlos Torres y Onur Genç a sus profesionales. La comunicación interna es el otro gran hallazgo de la crisis. En Santander, que empezó a muy buen ritmo comunicativo y ha ido bajando el pistón, tienen su propia sección de encuentros virtuales, Ask Ana, según contaba hace unos días Ángeles Gonzalo. El enunciado se corresponde con el marcado sesgo presidencialista tomado por el banco, muy habitual en banca anglosajona y no tanto por aquí. En cualquier caso, el mensaje de la presidenta también es diáfano en esas charlas: tras la pandemia cambiará el modelo de banca.

Después de la travesía del desierto, de los años del avestruz y de las sentencias por mala praxis, la banca parece que por fin ha encontrado su misión, sus valores y su propósito corporativo. Como suele pasar, todo se reducía a volver a la banca clásica y ayudar a las personas y las empresas. Lo que no es tradición es plagio, dice el aforismo, y a lo peor tiene razón. Ahora que la banca se ha vuelto más banca que nunca y se reivindica como tal, el problema podrían tenerlo quienes han hecho gala de ser banco sin serlo. El tiempo lo dirá.

 

Escrito por Juan Carlos Burgos, Gerente Comunicación Financiera en LLYC.