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Cuando escuchamos la expresión “activismo de marca” o “activismo corporativo” nos vienen a la cabeza ideas muy diferentes, incluso contradictorias. En este artículo, resultado de la reflexión y debate entre profesionales de diferentes áreas de especialidad de LLYC, tratamos de aportar algunas referencias de utilidad sobre su significado, beneficios y métodos de aplicación.
Sirva como introducción que, cuando hablamos de “activismo”, hablamos de una determinada forma de “activar” el propósito de las empresas y sus marcas, para que no se quede en una mera declaración; sino para que ayude a impulsar tanto la competitividad como la sostenibilidad del negocio.
Una “activación” del propósito que va más allá de la sensibilización sobre una cuestión social o de la visibilización de una causa cívica. No referimos a una “activación” destinada a provocar cambios reales y efectivos en la sociedad. A un modo de activar el propósito que atrae, vincula y, sobre todo, moviliza voluntades entre los clientes, colaboradores y demás grupos de interés de la marca.
La pandemia también ha acelerado esta tendencia, que ya se venía desarrollando en los últimos años, provocando que las empresas destinen recursos a la defensa de causas de interés general, relacionadas con los efectos de la crisis sanitaria y económica. Pero ¿Qué ocurrirá en adelante? ¿Crecerá el activismo como conducta y actitud entre las marcas? Esperamos que las ideas de este artículo te ayuden a obtener tus propias respuestas.