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Hoy en día, las crisis de comunicación son un riesgo esencial que se debe considerar en todo plan de contingencias en el mundo corporativo. El miedo a sufrir una crisis de reputación está cada vez más presente en todas las compañías. Y no es para menos.
El estudio Global Risk Landscape 2020, elaborado por la auditoría BDO, reveló que el 70% de las empresas en el mundo ha sufrido algún episodio que ha puesto en riesgo su reputación. Se puede decir que las crisis de reputación son prácticamente inherentes a la existencia de una organización.
Para comprender el impacto de una crisis sobre la reputación, es necesario atender a los distintos elementos que la componen.
La Asociación Española para la Calidad (AEC) define la reputación de una empresa como “la impresión que provoca la gestión percibida de la empresa sobre los grupos de interés, condicionando así sus actitudes de relación con la compañía”. Otras definiciones la describen como “el conocimiento de las verdaderas características de una empresa y las emociones que hacia ella sienten los stakeholders o grupos de interés de la misma” (Ferguson et al., 2000). Pero la reputación, tanto de empresas como de individuos, no se limita a la mera impresión que generan en su entorno, sino que constituye un valor intangible con efectos directamente trasladables a la creación de valor, la generación de beneficios empresariales, la reducción de costes, el acceso a mercados de capitales, la mayor facilidad para atraer talento, la mayor flexibilidad para diversificar o la creación de barreras de entrada a la competencia, por poner sólo algunos ejemplos (Martínez y Olmedo, 2009).
Este informe ha sido elaborado gracias a la colaboración de Andrea Herrero y María del Puerto de Lorenzo Barrientos, Consultoras del área Issues Legales en LLYC.
Autores
Bárbara Ruiz
Miguel Lucas
María Gaytán de Ayala