Nadie puede detener a la mujer 40+

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Celebrar la fuerza, la resiliencia y la representatividad de las mujeres es más que una necesidad, es una misión. Es fundamental ampliar la voz y la visibilidad de las mujeres mayores de 40 años, desafiando estereotipos arraigados y fomentando una cultura de inclusión e igualdad. Esta misión se vuelve aún más crucial ante los desafíos enfrentados por las mujeres en este grupo de edad, como las cuestiones relacionadas con la menopausia y el climaterio, así como la falta de equidad y la discriminación por edad en el mundo corporativo, y la falta de apoyo por parte de los hombres ante estas situaciones.

Recientemente, durante el evento #NadieMeDetiene – organizado por la consultora de comunicación LLYC – expertos, líderes y entusiastas se reunieron para abordar precisamente estos aspectos. Uno de los temas discutidos fue la dificultad de diagnóstico de la menopausia y el climaterio por parte de los profesionales de la salud, dada la amplia gama de síntomas que pueden surgir, los cuales pueden ocurrir de 5 a 10 años antes incluso del cese menstrual, y suman más de 100 manifestaciones diferentes. Además de los conocidos sofocos, también pueden ocurrir problemas de memoria, insomnio, cambios metabólicos, aumento de peso inexplicable, disminución del deseo sexual y fatiga, que impactan significativamente en la rutina de estas mujeres. Sin embargo, es evidente que tanto la sociedad como las empresas aún carecen de preparación para discutir y ofrecer un adecuado apoyo a estas mujeres ante este panorama.

Atado a la menopausia y el climaterio, que ya son un desafío en sí mismos, están las dificultades que enfrentan estas mujeres en el mercado laboral. Además de la necesidad de demostrar su valía diariamente solo por ser mujeres, a medida que envejecen, esto se intensifica. Lamentablemente, no es raro encontrar mujeres que han pasado por situaciones de discriminación por edad, por ejemplo. Esto se refleja en el hecho de que hoy vivimos en un escenario repleto de mujeres que no pueden reincorporarse al mercado laboral a los 40 o 50 años, y las que están empleadas se consideran excepciones. Además, en cuanto a la equidad salarial, si comenzamos hoy un proceso de acercamiento de salarios, tardaremos más de 100 años en alcanzarla. Y, considerando todos estos factores desde una perspectiva racial, nos damos cuenta de que hay mucho por hacer, especialmente en términos de representatividad y diversidad.

En este sentido, los hombres pueden desempeñar un papel fundamental en el avance de las mujeres en sus carreras al apoyarlas activamente. Esto puede hacerse mediante el reconocimiento y la promoción de las contribuciones de las mujeres, además de promover un ambiente laboral inclusivo y diverso. En lugar de competir, los hombres deben colaborar con sus colegas, brindando oportunidades y apoyo para el desarrollo profesional. También es importante que estén abiertos y sean empáticos para escuchar los relatos y las dificultades diarias de las profesionales con las que conviven a diario. Reconocer el valor de las mujeres en el lugar de trabajo no solo fortalece a los equipos, sino que también contribuye a una sociedad más justa e igualitaria.

Podemos sacar una importante lección de esto: hay un camino por recorrer y algunos pasos a seguir. En primer lugar, es fundamental garantizar la representación de las mujeres en los mercados laborales, ofreciendo oportunidades para ocupar cargos de liderazgo y recibir una remuneración justa e igualitaria. Esto permitirá que más mujeres tengan voz y visibilidad para discutir estos problemas en sus respectivos campos de actuación, en la prensa y en la sociedad en general. Para ello, es necesario que todos, especialmente los hombres, practiquen una escucha más empática, libre de prejuicios y creencias, con el fin de estimular el diálogo. Las mujeres necesitan ser reconocidas y consideradas, mientras que el envejecimiento, y todas las cuestiones que pueden acompañarlo, deben ser aceptados como algo natural y no incapacitante. Nuestra experiencia profesional y de vida es indiscutiblemente más valiosa que el número en nuestro documento de identidad.