¿Qué es y cómo nos implica la accesibilidad cognitiva especialmente a los profesionales de la comunicación?
La accesibilidad cognitiva trata de hacer un mundo más fácil de entender. Básicamente consiste en permitir a todas las personas la comprensión de la información que nos proporcionan nuestros congéneres y el entorno en que vivimos, para dominar la comunicación que mantenemos con ellos.
Su objetivo es un mundo en el que realizar las actividades del día a día, nuestro hacer cotidiano, sea fácil e intuitivo desde el punto de vista de la información y la comunicación.
Este concepto, accesibilidad cognitiva, aparece a finales del siglo XX. Completa a otros que tienen mayor recorrido e implantación: accesibilidad física y accesibilidad sensorial. La suma de los tres configura la deseada accesibilidad universal.
Al primero estamos muy habituados, nos vienen a la mente enseguida las rampas en los accesos, los aseos adaptados, el tamaño de las puertas. En el segundo, la accesibilidad sensorial, pensamos en los subtítulos de las películas, el lenguaje de signos, las señales acústicas en los semáforos, el braille.
La accesibilidad cognitiva tiene un menor reconocimiento y un tiempo de desarrollo de apenas 20 años. Para tratar de conocerla bien y entenderla es necesario hacer un breve recorrido por su historia y antecedentes, saber de su contexto y fines.
En el origen nos encontramos con el término de discapacidad intelectual. La evolución de su significado y el cambio de cómo mirarla y vivirla nos llevan a la accesibilidad cognitiva.
Las palabras son muy importantes, fundamentales. Crean nuestra visión del mundo. Son etiquetas que nuestro cerebro guarda para dar significado a la información que entra a través de los sentidos y con la que construimos las ideas y representaciones de la realidad. Es decir, determinan nuestra actitud ante la vida.
Fijémonos en las expresiones “idiota”, “imbécil”, “subnormal” o “retrasado”, … son términos que se utilizaban, hasta hace no muchos años, para etiquetar y diagnosticar a hombres y mujeres con discapacidad intelectual. Palabras que generaban comportamientos: se infantiliza a personas adultas, se las deshumaniza, aísla, somete e, incluso, aniquila.
A finales del siglo XX hay una evolución del término y un cambio de mirada que va calando en la sociedad. En esta nueva era, al principio se trabaja en “quitar barreras”, y aquí entran las palabras, otra vez la importancia de las palabras que determinan comportamientos. Esta idea eliminadora implica una connotación de “beneficencia”, de un acto unidireccional, casi simplemente arquitectónico.
Tras un arduo trabajo por parte de los movimientos sociales, a través de la concienciación y la incorporación de equipos multidisciplinares, llegamos al actual concepto de accesibilidad cognitiva, que se opone y supera ese otro basado en las limitaciones personales. Ahora la visión se centra en las capacidades y necesidades personales; y en su interacción con el entorno. En definitiva, en su inclusión plena y real.
Sí, ya no se nos ocurriría hablar de “eliminar las barreras de los idiotas”. Pero ¿Quién traza la línea que separa la discapacidad de la capacidad? ¿Quién decide que el mundo está bien explicado, bien diseñado? ¿Y que la comunicación es, realmente, comunicación?
En una sociedad multicultural, marcada por la brecha digital, la segmentación de públicos, con flujos migratorios constantes e imparables, el envejecimiento paulatino de la población, la obsesión por la inmediatez y la caducidad constante de las corrientes culturales, los gustos, las tendencias…
En un mundo así, quién, aunque sea a veces, solo a veces, no se ha sentido incapaz, vulnerable ante una información que no comprende, un entorno que se convierte en hostil, inexplicable. No es nada nuevo ni extemporáneo. El adjetivo necio proviene del latín ne scire, que equivale a ignorar. Todos ignoramos la mayor parte de las cosas, pero el adjetivo necio se refiere a quien persiste en la ignorancia. Tanto de quien la desconoce cómo sobre todo de quienes atribuyen a su propio conocimiento una superioridad implícita sobre el resto.
Por ello la accesibilidad cognitiva nos atañe a todos. A la sociedad en su conjunto, fuera de etiquetas y colectivos, porque a través de ella todos seremos un poco menos necios. Es un derecho que nos abre el camino a otros, a nuestra libertad de decisión y pensamiento. Especial responsabilidad tenemos las personas que por vocación nos dedicamos al mundo de la comunicación, ya que las palabras son nuestra herramienta de trabajo. A veces, nos perdemos en la forma y olvidamos el contenido y la importancia de hacerlo también inteligible.
Al fin y al cabo, gran parte de nuestro trabajo trata de crear un mundo más fácil de entender, más transparente, inclusivo, honesto y accesible para las personas. Lo que, sin duda, hará un mundo más humano.