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La primaria invisible del Partido Demócrata de Estados Unidos toca a su fin el 26 y 27 de junio. La primaria invisible es el periodo en el que los candidatos, tras anunciar su candidatura (o, a veces, incluso antes), se lanzan a recaudar fondos, a crear una campaña, y a buscar apoyos entre los diversos grupos y facciones del partido. Pero, a medida que la carrera electoral incrementa su presencia en los medios de comunicación, las primarias van dejando de ser invisibles para convertirse en más y más visibles.
Y eso lleva a las fechas del 26 y el 27 de junio. Esos son los días en los que se celebra el primer debate entre los candidatos. Aunque la sobreabundancia de candidatos (20 en total) y las tensiones políticas (enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo) son los factores nuevos, la clave de esta campaña demócrata sigue un patrón clásico: el enfrentamiento entre el ‘establishment’ de centro y los ‘insurgentes’ de izquierda.
Si acaso, el elemento más definitorio de la campaña de 2020 es que el ala del ‘establishment’ tiene un claro candidato, mientras que el grupo ‘insurgente’ de izquierda carece de un líder claro. Esa matriz entre establishment / novedad, por un lado, y centro / izquierda, por otro, marca la campaña de los principales candidatos. De la resolución de ese conflicto dependerá el rival de Donald Trump en 2020. A día de hoy, así es como están los principales candidatos:
Joe Biden: Establishment: 10 / Novedad: 0
En este momento, es el candidato a batir. Tiene un 40 % de la intención de voto. Todo el mundo le conoce. Goza del apoyo de los grandes donantes. Y es, de lejos, el candidato con más tirón entre la clase obrera blanca, a menudo afiliada a sindicatos, que se pasó del lado demócrata al de Trump en 2016 y le dio la victoria a este último. Biden no aporta ninguna novedad. Pero, al menos, no se dedicó a ‘monetizar’ su periodo de tiempo fuera de la política, como hizo Hillary Clinton, lo que le ahorra muchos problemas. A nivel programático, no es que no sea innovador. Es que, literalmente, no tiene programa. Pero más pronto o más tarde Biden tendrá que presentar una acción de Gobierno, y dar a conocer a sus asesores. Ahí va a estar su próxima gran prueba. El exvicepresidente no puede seguir prometiendo básicamente el tercer mandato de Obama.
Bernie Sanders. Establishment: 3 / Novedad: 1
El senador por Vermont ha sido la mayor víctima de su propia revolución. Sus ideas de sanidad universal y educación universitaria gratuita han sido absorbidas por la mayor parte de los demás candidatos, y ‘Bernie’, como se le conoce afectuosamente entre sus seguidores, ha perdido señas de identidad. Encima, hoy Sanders ha dejado de ser novedoso, porque lleva tres años en la primera línea de la política de EE. UU. Muchos jóvenes, que eran su mayor base de votos, le han dejado por Beto O’Rourke, Pete Buttigieg, o, simplemente, le han retirado su respaldo aunque no tengan un candidato predilecto. Aun así, es el segundo candidato con la popularidad más alta, aunque por debajo del 20 %.
Elizabeth Warren. Establishment: 3 / Novedad: 7
La senadora por Massachusetts se enfrenta a otra trampa política tan complicada como la de Sanders. Es muy probable que su programa político acabe imponiéndose, y que el eventual ganador de las primarias tenga que aceptar gran parte de sus ideas, en áreas como regulación de las empresas tecnológicas (en particular las de redes sociales) y del sistema financiero, y defensa de los derechos del consumidor y de la igualdad de género… y es muy probable que ese candidato no sea ella. La personalidad de Warren solo la hace atractiva al votante de izquierda y centro-izquierda con un nivel educativo alto. Aun así, se mantiene en la tercera línea de la competición, con una popularidad entre el 5 % y el 10 %.
Kamala Harris. Establishment: 5 / Novedad: 8
Harris es en muchas cosas como Warren. Pero con dos diferencias a su favor: es mitad india y mitad afroamericana, y comunica mejor. Lo primero es clave para ganar las primarias. Lo segundo, en general, es clave en política. Esta senadora, además, tiene a su favor la geografía, es de California. Eso significa que tiene acceso a masivas fuentes de financiación de grupos de activistas, empresas tecnológicas y Hollywood, además, el calendario de las primarias de 2020 le favorece. El problema es que la campaña de Harris no acaba de arrancar. Puede que sea debido a que es poco conocida a nivel nacional, o a que su excelente capacidad para debatir no ha sido exhibida en ningún debate.
Pete Buttigieg. Establishment: 5 / Novedad: 10
El alcalde de la ciudad de South Bend (apenas 100 000 habitantes) no debería ser más que una anécdota. Por más que Buttigieg se sitúe en un nivel de popularidad similar al de Warren y Harris, su trayectoria política debería seguir un esquema bien conocido en las primarias de Estados Unidos: una subida imparable hasta que se estrelle. Claro que esa iba a ser asimismo la historia de Donald Trump en 2016, hasta que acabó en la Casa Blanca. Así que es posible – aunque no probable – que Buttigieg resista. Tiene a su favor su excelente retórica, su orientación sexual, su aire de pureza no contaminada por Washington, su condición de veterano de Afganistán, y su edad (37 años, apenas dos más de los necesarios para ser presidente).
Beto O’Rourke. Establishment: 5 / Novedad: 9
Sus defensores le ven como un nuevo Obama. Sus detractores, como el triunfo de la imagen sobre la sustancia. Algo que, hay que reconocer, también echaban en cara al presidente. Beto O’Rourke tiene en su haber fundamentalmente tres cosas: ser guapo, haber grabado un video viral de un viaje desde Texas hasta Washington en coche en compañía de un congresista republicano, y haber estado a punto de arrebatar el escaño del Senado del republicano y excandidato a la Casa Blanca Ted Cruz. No es mucho, aunque su derrota por la mínima frente a Cruz fue considerada por muchos como una victoria, dado que se disputó en Texas, un estado en el que desde hace un cuarto de siglo el Partido Republicano tiene el monopolio del poder. O’Rourke, por el contrario, solo ha visto sus números caer en las encuestas hasta perforar, a principios de este mes, el suelo del 5 %.
Cory Booker. Establishment: 7 / Novedad: 3
El senador de New Jersey es una combinación de Harris, Biden y Buttigieg. Pertenece a una minoría racial (es afroamericano), y ha sido alcalde de Newark, una ciudad que muchos estadounidenses asocian a delincuencia y pobreza. Sus políticas, sin embargo, son muy centristas, y ha colaborado en el pasado con la empresa que para una parte del Partido Demócrata es sinónimo de la injerencia rusa en favor de Trump en las elecciones de 2016: Facebook. Pero su campaña no está funcionando en absoluto. En 2016, Booker era considerado un sucesor natural de Barack Obama. Ahora, corre el peligro de ser la gran decepción de estas primarias. Su popularidad está cayendo, y ya se acerca peligrosamente al 1 % en el que están atascadas las senadoras Amy Klobuchar y Kirsten Gillibrand.
Autores
Pablo Pardo