Día de Europa

  • Temáticas
    Asuntos Europeos
    Economía
  • Sector
    Administraciones Públicas
  • Países
    Bruselas / Unión Europea
9 May 2025

9 de mayo, Día de Europa: una Unión mutante y sus consecuencias para las empresas

 
A algunos les parecerá exagerado el adjetivo “mutante”, pero si se observa con perspectiva, podría decirse que esta Unión Europea, que hoy celebra el 75º aniversario de la Declaración Schuman está viviendo un proceso de profunda transformación como respuesta al triple impacto que ha sufrido en los últimos años: el retorno de la guerra a Europa con el conflicto de Ucrania, la erosión del vínculo transatlántico con la Era Trump 2.0 y la evidencia del declive tecnológico y económico europeo frente a EE.UU. y China.

Ese triple impacto ha erosionado tres de los pilares sobre los que se asentaba el proyecto europeo desde sus inicios en los años 50 del pasado siglo: en primer lugar, la idea de que la colaboración, la integración y la apertura desterrarían la guerra en Europa. Parafraseando a la propia Declaración Schuman (“Europa no se hizo y fue la guerra”), Europa se hizo, pero la guerra ha vuelto. En segundo lugar, la relación transatlántica biunívoca, donde los EE.UU. se implicaban en nuestra seguridad y nosotros aceptábamos su liderazgo geopolítico y económico. Y por último, los buenos resultados económicos que durante décadas trajo consigo el proyecto europeo.

Hoy asistimos no al fin del sueño de Robert Schuman, sino a su transformación: una Unión que asume que defender la paz y el proyecto europeo requiere nuevas herramientas y otra manera de estar en el mundo. Y por eso el momento actual de la UE es de reacción y de mutación. De prioridades, de políticas, de legislación y de presupuestos. Esto se evidencia en múltiples hechos, declaraciones y acciones que se van sucediendo a nuestro alrededor, sin cesar. Se podrían citar muchos ejemplos, aquí van algunos.

Una Unión nacida como un proyecto de paz, manda armas a Ucrania y apoya, de forma nunca vista, la expansión del gasto militar europeo. Un canciller alemán, en la noche de su victoria electoral, afirma que su primer objetivo es “independizarse de los EE.UU.”, evidenciando el fin del vínculo transatlántico tal y como lo conocíamos. Y una Unión con un ADN de apertura económica y libre comercio nombra a un comisario de “seguridad económica” al que se le pide en su carta de misión “una política comercial más asertiva, que nos proteja y nos defienda de la competencia injusta, y los riesgos de seguridad”.

Esa mutación europea es de evolución incierta, pero cuenta con unas ideas-fuerza claras: seguridad, competitividad y geopolítica. Si quieren apreciarlo con claridad pueden leer la reciente entrevista de la Presidenta de la Comisión en Die Zeit, que retrata bien el momento de excepcionalidad y cambio…y usa doce veces la palabra crisis.

Debemos asumir que esa transformación va a tener impacto sobre nosotros, en especial sobre nuestras empresas. Todas se verán afectadas por los cambios que vienen. Aunque de alguna forma, para las empresas estos pueden ser a la vez “los mejores tiempos y los peores tiempos”, como decía Dickens en el inicio de Historia de dos ciudades. Será un buen contexto porque van a estar en el centro de la atención europea, y se hará énfasis en cuestiones como reindustrialización, innovación, simplificación, o profundización del mercado interior. Pero también será un mal contexto, con cambios e incertidumbre regulatoria, barreras al comercio, y una creciente complejidad geopolítica.

Por citar solo algunos ejemplos de las consecuencias para las empresas: para la industria la revisión legislativa en expedientes como el CBAM (tasa de ajuste de carbono en frontera) tendrá un notable impacto. Para todo el sector exportador será clave el nuevo enfoque de política comercial “asertiva”, y la búsqueda de nuevos aliados como India o América Latina. El sector del automóvil se verá directamente afectado por la posición que adopte la UE frente al gran “rinoceronte gris” de nuestros tiempos: la creciente rivalidad política y comercial entre los EE.UU. y China. El sector financiero, si avanzan las ideas de los informes Letta y Draghi y los planes de la Comisión sobre la Unión de Ahorro e Inversión, podría vivir una revolución con un objetivo claro: que el ahorro europeo se quede en Europa para financiar la inversión europea. Y probablemente la industria de defensa será el sector que conocerá un mayor cambio en los próximos años, en presupuestos, tecnología, tamaño de empresas o fusiones.

El cambio va a ser la nueva normalidad en esta Unión Europea, con modificaciones normativas, tensiones comerciales, noticias sorprendentes y reconfiguración de relaciones. Más vale no enfadarse con el mundo y con Heráclito, porque, más que nunca, todo fluirá. Será necesario comprender el momento, diversificar riesgos, defender los intereses propios en Bruselas, y evitar que nuestras empresas, sectores o prioridades sean el factor de ajuste. No olvidemos que en biología el que se adapta mejor con sus mutaciones al entorno es el que sobrevive.

Es ya casi un tópico en estos días hacer referencia al libro El Mundo de Ayer de Stefan Zweig. Pero es un símil válido. Debemos pensar que el mundo en el que hemos vivido en las últimas décadas, un mundo previsible, con reglas claras, con multilateralismo y un vínculo transatlántico estable, es en gran medida el mundo de ayer. Ahora vivimos un retorno a un mundo anterior, más darwiniano y hobbesiano, y menos kantiano. Será necesario prepararse y adaptarse. No es el fin del mundo. Pero esta Europa mutante que hoy celebra su cumpleaños tendrá que afrontar el final del mundo tal y como lo conocemos. Y nosotros con ella.