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El Desafío.
La producción de leyes en el mundo crece exponencialmente. Es un fenómeno global y con pocas diferencias en cuanto a latitudes o sensibilidades ideológicas. Los gobiernos responden a los profundos períodos de transformación social y económica como los que estamos viviendo, con más normas, leyes, decretos y reglamentos. La gestión de la pandemia de Covid-19 ha sido un buen ejemplo, con centenares de nuevas leyes en cada país que debían ser observadas y cumplidas. Esta hiperregulación tiene un altísimo coste para las empresas. Operar en un mercado se ha convertido, muchas veces, en un sudoku de normas nacionales, regionales y locales, nuevas cada mes, que complejizan el día a día de las organizaciones y desincentivan su capacidad de inversión.Nuestro enfoque.
Comprensión de las claves políticas. La mejor manera de disminuir la incertidumbre es comprender el escenario político, sus protagonistas y sus dinámicas. Para ello ponemos en marcha sistemas de seguimiento y reporte tanto de la producción normativa de cada país como de la conversación política informal.
Aumento de la capacidad de influencia. El tsunami legislativo que las empresas afrontan no se puede gestionar individualmente, aunque sean los champions de su sector. Las alianzas son fundamentales para multiplicar la fuerza de la voz ante el legislador.
Propuesta de alternativas de calidad al regulador. La producción normativa es responsabilidad de los Gobiernos y/o de las cámaras legislativas pero puede ser muy útil si el sector empresarial toma más protagonismo en su elaboración. Para ello desarrollamos estrategias proactivas de acercamiento al legislador con propuestas concretas.
Estrategias de activismo corporativo, no sólo a nivel discursivo sino con campañas y acciones con implicación de toda la organización. La defensa o el impulso de causas sociales en la esfera política y legislativa puede elevar el perfil institucional de la organización y ofrecer una ventaja diferencial.
